Me desperté a media noche, serían las 3 de la mañana, y sabía que algo no andaba bien. Rafa debía estar al lado y no estaba. Quizá había cogido su pistola de camino a la iglesia, a rezar. Desde que se ha convertido en un auténtico vaquero hace este tipo de cosas.
Pero no, el tío llevaba dos horas sentado en el sofá mirando su pistola. Acariciándola, limpiándola, jugando con ella… lo primero que me dijo fue: Tío, es mi pistola. Es mía. Tengo una pistola… buah!!
Decidí seguir durmiendo, era demasiado.
Al despertar las cosas pintan mejor que otros días. Podemos ir con más calma, dormir un poquito más y dirigirnos hacia Texas. Claro, el hecho de que en Oklahoma no haya nada que ver también ayuda a que podamos ir con más relax.
Aunque como siempre Roger aparece con un plan inesperado. Hay que visitar un monumento en memoria a las víctimas de un atentado terrorista que sucedió a mediados de los años noventa. Dice que merece la pena y Rafa, ahora que es un verdadero sureño decide que nos acercaremos y rezaremos por los muertos. Él tiene la pistola, él manda.
Ni nos paramos, se está haciendo tarde para variar y lo vemos desde el coche. Toca enfilar camino hacia Amarillo mientras seguimos viejos tramos de la ruta 66. Decidimos salir de la interestatal 40 que es básicamente el camino para moñas y adentrarnos en la verdadera América. Nos damos cuenta, a los pocos kilómetros, de que estamos en la mitad de la nada.
Campos y campos de absoluta planicie ante nosotros. Cielo despejado y enorme, alguna que otra casa destrozada y abandonada (la última moda en Estados Unidos parece ser) y el GPS marcando el siguiente punto en la ruta 66. Elk City.
Describir a Elk City es algo complicado. Un pueblo enorme al estilo del salvaje oeste que se eleva en entre praderas tostadas por el sol, y que sirve como museo oficial de la ruta 66. Allí encontramos edificios recreados al detalle, una plaza de pueblo, barberías, una máquina de tren, granjas falsas repletas de tractores de época, vías de tren que junto a la estación simulan la llegada de colonos al pueblo… en definitiva, una auténtica pasada.
Después de un par de horas por allí es momento para seguir la ruta. Rafa, como siempre, insiste entrar a comprar cosas. Ya sean para regalar, cosa rara, o para él, regla habitual. Pero en esta ocasión tiene razón y la tienda resulta ser una auténtica mina donde vaciamos nuestros bolsillos.
La ‘old route 66’ es larguísima y variada. Ya no está completa, ha ido desapareciendo junto a pueblos fantasma que ahora se reparten a lo largo y ancho de su antiguo trazado. Pero existe un lugar precioso, bellísimo, una parada obligada para todo rutero que se precie.
Un pequeño tramo de baldosas rosadas que emula al asfalto original de la Ruta 66.
Todo esto, que quede claro, lo dice Roger. Él es el encargado de buscar los caminos y de ojear en los libros de viaje. Que quede claro también que Roger no entiende muy bien el inglés y que al leerlo del libro original que llevamos como guía de viaje no acabó de entenderlo todo.
Así pues, nos encontramos después de varias millas en una carretera infernal, repleta de piedras, socavones, abandonada y repleta de coyotes y serpientes. El sol lleva ya rato poniéndose y deben quedar unos 5-10 minutos de luz. No hay huevos de continuar por aquí, parece una carretera de campo pensada para tractores donde no hay ni rastro de las baldosas rosadas de Roger.
Resulta que lo que Roger había leído……………………………………..
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Fuck! Se nos ha acabado la batería del portátil a medio camino! Estas cosas pasan cuando se redactan posts en un coche recorriendo un desierto. :D
Creo que Dani puso el brillo de la pantalla a toda leche esperando que este momento llegase cuanto antes mejor, y ahora que vuelvo a estar libre sin las manos en ese volante infernal puedo seguir narrando nuestras andanzas mientras ellos descansan plácidamente para mañana madrugar y levantar el país a base de duro trabajo on-line.
Como Dani comentaba, resulta que Roger lo había entendido mal. Aun seguimos intentando descubrir cómo fue capaz de confundir un tramo off-road con un tramo de antiguos adoquines rosados! Solo de pensar que se nos hubiera pinchado una rueda ahí, o quedado el coche clavado por los bajos, a varias millas de la Interestatal y de noche en medio del desierto, nos entra la risa nerviosa.. xD
Una vez dimos la vuelta sobre nuestros pasos y retomamos la I-40 llegamos a Groom, donde a pasar de que ya es totalmente de noche podemos ver a varias millas de distancia nuestro objetivo. La cruz más grande de estados unidos.
Una estructura imponente de piedra de 58 metros de altura se erige imponente. Otra demostración más de que aquí se toman en serio el tema de la religión.
Entre que no nos mola mucho lo del camionero, que una vez la ves ya no hay mucho más que hacer allí, y que se nos está haciendo super tarde para cenar, salimos escopeteados hacia Amarillo a por la última parada del día. El evento por el que Roger lleva días preparándose.
Un par de horas más en coche y por fin llegamos a Amarillo.
Llegamos a lo grande, sin tener hotel reservado y sin haber comido nada desde el desayuno, directos a la atracción más esperada del día. El Big Texas Ranch. Un restaurante enorme como si fuera un salón donde sus raciones de comida son conocidas enormes.
La habitación es INCREIBLE.
Camas con piel de vaca, todo ambientado como en el oeste, todo de madera, las puertas del lavabo son puertas de vaivén, y las cortinas del lavabo están decoradas con piel, estrellas y flecos. Hasta la fecha la mejor habitación del trayecto.
Una vez aposentados y tras gritar como los tíos de aquel anuncio de Heineken al ver dónde íbamos a dormir, nos enfilamos a llenar nuestros estómagos.
Limusinas decoradas con cuernos de toro en el morro aparcadas delante del local suben y bajan a gente. Son transportes gratuitos que te van a buscar a casa y luego te llevan de vuelta con el estomago lleno.
Una vez dentro, el local está lleno de cabezas de arce, ilustraciones de rodeo y es completamente de madera. Te sientes como un pequeño Saloon del Oeste.
Roger y yo llevamos varios días planteándonos participar en el reto ‘Man vs Food’.
Este se trata de lo siguiente:
Te sientas en medio del restaurante mientras una banda de country ameniza la velada. En una plataforma elevada donde todo el mundo puede verte, encima de ti hay un marcador digital que muestra una cuenta atrás de 60 minutos con la que te limitarán el tiempo que tienes para comerte, un bistec de 72oz (2Kg), un plato de gambas, un par de bollitos, una ensalada, un jalapeño y de puré de patata.
Los aguerridos valientes que se enfrentan al reto, son coreados por la muchedumbre del local e incluso un speaker anima “la competición”. Si la prueba se supera, la comida es gratis, sino, son 50$.
Tienen incluso una webcam online siempre activa para ver desde cualquier parte del mundo el evento. Un ranking en la pared muestra la lista de los contados espartanos que han superado el reto.
La magnitud de ese filetazo es tan desproporcionada, y la lista de supervivientes es tan corta, que Roger y yo nos rajamos como unos auténticos ‘Fagots’ ante tal despropósito alimenticio.
Así pues, con las orejas gachas y sentimiento de derrota, nos planteamos un reto más acorde con nuestras capacidades europeas. Roger se pide un plato de 21oz (600gr) de carne y yo uno otro de 18oz(500gr). Este delicioso manjar lo acompañamos con una jarra de cerveza bien fresca de 32oz (1litro).
Dani se pide un pollo que también tenía una pinta increíble, pero que él se lo había pedido para disfrutar, mientras Roger y yo ha sido para sufrir. Pero de eso se trata!
Miradas desafiantes y frases intimidantes cruzan la mesa.
- No te vas a comer más de eso? Si te lo dejas no contará como superado eh!
- Mira mira.. A mi ya no me queda ensalada.
- Si no te acabas la birra es que eres un moñas.
Pasan más de 20 minutos y ahí estamos dándolo todo. Cada vez comemos más lentos, pero cada vez hay menos comida en nuestros platos. Llevo ¾ del trozo de carne que se me antoja imposible de comer mientras que Roger está a punto de terminárselo. Se avecina mi derrota.
Decido cambiar de estrategia. Un pimiento enorme decora el plato, así que pienso que si como un poco de verde seguramente pueda hacer un pelín de hueco extra.
Tras 2 bocados a algo realmente insípido miro a Roger desafiante.
- Si te dejas esto en el plato te recordaré siempre que no te lo acabaste todo eh..
Ni corto ni perezoso Roger pilla el pepinillo y se mete en la boca casi la mitad de un solo bocado.
Mastica impasible y desafiante mientras poco a poco su faz va cambiando. Él sabe que algo raro está pasando, pero aún así traga parte de lo masticado.
Mientras le miramos fijamente su color empieza a cambiar, sus ojos se van abriendo y sus fosas nasales se separan.
Intenta por todas sus fuerzas disimular pero avecinamos tormenta.
De golpe escupe todo lo que tiene en la boca y pilla la jarra de cerveza como si estuviera en medio del desierto. Sus ojos están llenos de lágrimas. En serio, le chorrean las lágrimas por toda la cara hinchada y roja.
Por mucho que intentemos comunicarnos con él, es imposible de articular palabra. Solo puede emitir gemidos como un cochinillo en matanza y mirarnos fijamente mientras Dani y yo no podemos parar de descojonarnos a carcajadas desde hacía ya más de un par de minutos.
BRUTAL!
Antes de que pueda tan siquiera recuperar el habla, paso mi lengua por lo que queda del pimiento. Un simple contacto y en un par de segundos esta pasa a quedarse dormida en toda esa zona.
Dios Santo. Ese JALAPEÑO es la cosa más BESTIAL que hemos probado nunca, y tiene el tamaño de una morcilla de burgos, nada de las mierdecillas del padrón.
Roger, desesperado por quitarse esa sensación de la boca, empieza a comerse los bollitos, la carne e incluso cosas de mi plato.
Esto ha sido como si hubiera pillado un ‘power up’ que te baja la barra de vida a la mitad, pero que te da un plus de capacidad inaudito. En segundos se ha acabado todo lo que le quedaba en el plato. Fuck.
Roger 1 – Rafa 1.
Una vez levantados y abrochándonos los botones del pantalón, Roger me pilla desprevenido y se mete de una tacada el tercio de cerveza que le quedaba.
Eso sí que no. Que me gane comiendo carne tiene un pase. Pero el tema Birra es mío. Así que pillo la mía por banda y como si fuera un desagüe o un Alemán en Lloret me fundo la mia en segundos. Maldito bastardo.. :D
Volvemos moribundos con paso de taca taca y aguantándonos el estómago como si nos lo hubieran rajado y se nos estuvieran derramando las tripas.
Una vez en la habitación Roger sale del lavado simulando ser un cowboy mientras Dani entraba llevando un vaso de agua que vuelca encima de toda la maleta abierta de Roger. Estamos acabados.
Y prueba de ello llega cuando me quito las lentillas sin lavarme las manos y descubro que aun tengo los dedos llenos de jalapeño!! Mis gritos de dolor se escuchan desde la habitación del lado. Maldito desastre!
Esto es el maldito infierno. Texas nos ha vencido y pese a que tenemos una pistola con nosotros ha quedado demostrado que somos unos auténticos european fagots. Pero después de una tormenta siempre sale el sol y tras nuestro primer contacto (o bofetada) con Texas nos tocaba responder.
La única manera de sobrevivir en un lugar tan extremo es hacer un Roger. O lo que viene a ser lo mismo, adaptarse o morir. Mañana nos convertiremos en verdaderos Cowboys. ¿Lo conseguiremos? ¿Amanecerán de una pieza los estómagos de Rafa y Roger? ¿Tendrán hambre al levantarse? ¿Y la pistola? ¿Encontrará Rafa más complementos a juego para convertirse en un verdadero Cowboy de la Llagosta?
Tras la digestión y la resaca, mañana la cosa se presenta movidita.
1 comentario:
Vaya moñacas, sí.
El año que viene os enseñaré como comer jalapeños... Y Raf, 1 litro de cerveza solo? Ese es mi desayuno.
Estáis perdidos sin mi eh, menos mal que Roger os está guiando ^^
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