sábado, 19 de febrero de 2011

Route 66 - Day 3 - St Louis - Memphis

4:30AM - Me despiertan unos ruidos que llegan de la cama de al lado.
Roger despotrica improperios dignos de Carmen de Mairena?
Parece ser que no está muy contento con un mail laboral que le acaba de llegar y quiere compartirlo con nosotros y posiblemente con los vecinos de las habitaciones colindantes.

Dejo de preguntarme porque Roger está mirando el correo a estas horas de la mañana e intenrto luchar inútilmente contra la situación para intentar volverme a dormirme, pero tras varios intentos acepto resignado que ha llegado la hora de levantarse.. Malditos!

Dani y Roger acaban “sus labores” mientras yo relato las aventuras acontecidas ayer. Como siempre acabamos tarde y emprendemos el viaje que nos llevará a cruzar de nuevo el Missisipi porque ayer ya lo cruzamos pero era muy tarde y por la oscuridad no se veía un pimiento.


Pedazo de rio OMG!
El Ebro es un moñas comparado con esto. Hasta los ríos son a lo grande.

Nuestra idea era cruzar el antiguo puente por el que pasaba la ruta 66 y que actualmente está cortado y solo se puede pasar caminando o con bicicleta como atracción turística, pero cuando llegamos, en la zona de aparcamiento decía claramente que si dejabas el coche allí te atendieras a las consecuencias de un más que posible robo o de sufrir desperfectos en el vehículo.

Quizás este cartel es un estándar en USA, pero para nosotros 'European Faggots' en la ciudad con más crimen del país, nos pareció lo más adecuado hacer turnos en el coche e ir a verlo de uno en uno. xD


Tras media hora de hacer el canelo por turnos, fuimos al otro lado del puente a ver si allí tendríamos más suerte. Pero aun fue peor, el acceso estaba cortado y no podíamos parar. Pero no importa, antes de llegar allí tuvimos que pasar por otro puente guapísimo que tenía un semáforo para pasar de lado a lado, lleno hasta los topes de señales de tráfico y carteles de aviso. Real american way.

Una vez satisfecho el espíritu de la ruta nos tocaba ver el monumento más alto de Estados Unidos. Un arco de acero inoxidable forrado de hormigón llamado “The Gateway to the West”. Una estructura impresionante en la que se puede entrar y subir a su cúspide para ver la ciudad desde las alturas.


- 3 tickets please.
- Army?
- No.
- Triple A?
- No.
- Ok. Thank you for visiting the Arc.

Army!? Jajajaja. Ahora si que hemos triunfado. Nos han confundido con Militares Americanos. Hell Yeah! Lo de European Fagots pasó a la historia. :D

Aunque esa sensación duró poco, porque lo que nadie nos dijo es como se subía ahí arriba.



Si ayer luché contras uno de mis peores miedos, las alturas, hoy era el turno de la claustrofobia.
Madre de dios!! 5 personas se tenían que meter un una especie de batiscafo de 1.5m3 con 2 mini ventanas para ver el ascenso por el interior del arco.

Repito, 5 personas en una esfera de 1.5m3 ascendiendo por un conducto de cemento puro durante más de 4 minutos. No nos podíamos ni sentar porque todas las rodillas se tocan unas con otras y hay que colocarse de formas distintas para poder caber los 5 ahí dentro.

En serio, por mucho que lo relate es imposible hacerse una idea de la sensación de agobio, calor y muerte inminente que produce el traqueteo de un sistema de ingeniería creado en los 60 que recuerda “para mal” toda la iconografía, estética y maquinaria creada por Andrew Ryan en Bioshock. Fua!


Una vez arriba ya respiras tranquilamente mientras que te asomas por unos ventanales que muestran una magnífica vista aérea de la ciudad. Nos encontramos a 190 metros de altura, pero comparados con los 400 de la torre de Chicago esto se antoja una moñada. xDD


El descenso esta vez fue de 3 minutos y una vez se conocen los ruidos que hace el engendro de mecanismo ya se viaja “más tranquilo” en él.

Hoy no habíamos desayunado para poder comernos POR FIN las mejores costillas a la barbacoa del estado, ya que es la comida típica de St Louis. Así que pillamos nuestro magnífico coche, marcamos la dirección del restaurante en el GPS y palante!!

St Louis es hasta el momento la ciudad más demacrada, descuidada y sucia de las que nos hemos encontrado. Fábricas abandonadas, carreteras hechas un desastre, grafitis por todos lados.. Nos preguntamos qué coño hace el ayuntamiento de esa ciudad!? Que no pagan impuestos sus ciudadanos para tener las cosas como dios manda!? :S

Una vez salimos de la autopista que rodea el centro, salimos hacia un barrio de casitas que parecía muy majo. Típico barrio con casitas bajitas, porches y un buzón en la entrada con la típica banderita. De esos hemos visto mucho por aquí, pero empezamos a notar que cada vez veíamos más gente negra.

Definitivamente se trataba de un barrio negro. Hasta ahí bien, no problemo. Pero mientras seguíamos avanzando la gente que nos cruzábamos y la que iba en los coches ya no parecían tan agradables.

Escaparates con cristales rotos, una carretera en obras y un rastafari con capucha y unos andares pintorescos despertaron en nosotros una sensación de encontrarnos en el barrio más chungo de la ciudad. Fuck.

Cuando llegamos al local el chasco fue increíble. Una esquina decrépita, una fachada sucia y una localización de película de tiroteos.

DESCARTADO.

Estamos muertos de hambre, pero solo en pensar en que ayer estuvimos a puntito de venir aquí a las 9 de la noche nos produce una sensación de alivio. :D
Indignados y cagándonos en la puta nos picamos y tiramos directamente para Memphis saliendo de una ciudad que ha sido un verdadero fiasco.

- Ostias tíos! 
- Que?
- El cemento!
- Helado de cemento!!

No podíamos irnos de aquí sin probar este mítico helado, así dimos media vuelta y encaramos dirección a la heladería.

St Louis está LLENA de iglesias. Es algo totalmente desproporcionado. Cuando te encuentras 4 iglesias seguidas en la misma calle una al lado de otra sabes que esto no es muy normal..
Carteles de publicidad antiaborto, “Jesus Loves You”, o un Jesus diciendo "Don't kill my sons' y cosas similares nos amenan el trayecto.

La heladería sí que se encontraba en una buena zona e incluso el local tenía su propio parking.


Fue llegar y besar el santo. La mujer que nos atendía no dejaba margen de error. Tenía un cohete en el culo y en menos de 1 minuto habíamos pensado que pedir, pedido, comprado y pagado.

Por fin teníamos nuestros helados de cemento en nuestras manos.
Nuestras papilas se recreaban en Chocolate , Plátano y M&M’s mientras disfrutábamos sentados un banco de un día de sol y buen tiempo que no esperábamos encontrar. Es como si las nubes no hubieran dado un descanso para disfrutar del momento.


Pero lo bueno no dura eternamente y nosotros tenemos una misión que cumplir. La ruta 66 nos espera. Próximo destino, Memphis. Cuna del rock, del blues, de Elvis Aaron Presley y actual hogar del hermano pequeño y barbudo de Gasol.

Según Roger esta ciudad no quedaba lejos, a unos 5 centímetros según el mapa que se acabaron convirtiendo en unas 290 millas y más de 5 horas de viaje ininterrumpido por unas carreteras enormes y repletas de camiones aún más grandes.

El tiempo pasa lentamente, el sol pega fuerte y a nuestro alrededor el paisaje va cambiando progresivamente. Vamos dejando la nieve atrás y Roger pierde el conocimiento. Demasiadas horas  sin meterse un filete de carne de 300 gramos, pocas horas de sueño, cansancio acumulado y a dormir como un corderito. El olor a gasolina, a carne, a bocadillos y a patatas de bolsa acabó de despertarlo. Aprovechamos para parar en una gasolinera y comprar algo que llevarnos a la boca. Nuestra primera comida sólida del día sin contar los helados de cemento. Patatas de bolsa y un Monster de 1 Litro para dividir entre tres.


Encaramos dirección a Memphis mientras en nuestros estómagos se formaba un mejunje atroz. A pesar de ser un viaje de unas 5 horas de coche el trayecto pasó bastante fluido. El paisaje poco a poco dejó de ser nevado y se fue transformando en algo más variado y cálido.

Canciones y juegos sobre adivinar la identidad del personaje, serie, película o actor con preguntas de sí o no, hicieron que llegásemos a nuestro destino casi sin enterarnos.

Habíamos reservado en un hotel que según las reseñas era un “hell hole” donde una tufo a productos tóxicos no nos dejaría dormir, pero bueno, eran reseñas de hace un par de años así que tampoco podría ser tan mal cuando también habían otros comentarios buenos. Una vez llegamos al hotel respiramos aire puro a típica moqueta americana. Todo estaba Ok.

Lo más parecido a olores extraños fue un tufo a Marihuana considerable en el ascensor. Alguien había roto al menos un par de leyes en ese hotel! ;D

Visto que ya era bastante tarde para ir a cenar a ningún restaurante normal decidimos ir a una cadena que ya conocíamos. Un Denny’s en el centro de la ciudad sació nuestras ansia de comida “normal” tras un día en que solo habíamos comido porquería.

Al entrar nuestra cara cambió de golpe. Todos los clientes, los camareros y el dueño eran negros. Una sensación de estar metidos en la boca del lobo nos invadió.

Esto es una putada, porque como en Estados Unidos conviven mano a mano los garitos demacrados y decadentes con los elegantes y modernos, la gente con pintas de homeless con los normales, nunca puedes saber si los decadentes son algo normal o son un lugar o alguien “chungo” porque todo el mundo convive con ello por igual. Y aquí nos pasó exactamente eso. No era por la gente sino por el conjunto de todo y el desconocimiento de la situación.

Cuando nos sentamos en la mesa que nos ofrecieron pudimos ver que detrás del mostrador habían 2 mesas con un ejecutivo blanco y un abuelete cenando por su cuenta. Vale, bien, NO nos hemos metido en un gheto AGAIN!

Las calles de Memphis son calles tranquilas, y vemos varios carruajes con unas especies de calabazas hechas de luces que las envuelven, cada uno con un diseño distinto que están pensados claramente para turistas y parejas.

Empiezo a verlo todo borroso porque llevo todo el día con las lentillas infernales y me he dejado el cacharro para guardarlas en la maleta. Caguen to!

Volvemos a casa reventados por una carretera que se antojaba pasado por un filtro de glow de alta intensidad.

Una vez en el hotel, sorteamos las camas y con la suerte que me caracteriza me toca a mi un sofá cama del demonio sin sábanas y mugriento que al desplegarlo su forma era más parecida al de una W que al de un plano.

Tras intentar tumbarme ahí ví claramente que eso no era una opción. Así que Roger y yo dormimos juntos.

Love is in the air sonaba en el ambiente y la noche prometía a sinfonía compartida de ronquidos. Pero eso era lo que queríamos y necesitábamos. Dormir como demonios y prepararnos para el día de mañana que se antojaba más duro que el de hoy..

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